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Dos artículos nuevos sobre la incertidumbre

Algo poco te vuelve a regalar alimento para pensar. Esta vez, desarrollamos dos artículos que tratan sobre la incertidumbre en la que estamos inmersos. La incertidumbre es parte de nuestras vidas, siempre lo ha sido, aunque a veces no lo notemos.

El Problema de Lucrecio o cómo el pasado nos enceguece trata sobre la milenaria incapacidad humana de registrar la incertidumbre. Tenemos la tendencia a creer que todo futuro será similar al pasado, y que todo lo nuevo será similar a lo que ya conocemos. Cuando no nos hacemos cargo de esta dificultad inherente a nuestros intelectos, dejamos de prepararnos bien para afrontar las sorpresas, muchas veces negativas, que nos depara la vida.

La vía negativa, una alternativa para aprender, evaluar y tomar buenas decisiones menciona un modelo mental que nos permite navegar la incertidumbre que nos acompaña cotidianamente. Es un método que recomiendan los más variados personajes en diversos ámbitos de la actividad humana. Desde Steve Jobs, Charlie Munger, Buda, Miguel Ángel y los grandes maestros del ajedrez nos recomiendan poner especial atención en eliminar de nuestras vidas lo que no sirve y lo equivocado.

¡Que disfrutes!

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Algo Poco te regala más alimento para pensar:

Te invitamos a conocer cómo Nelson Mandela enfrentaba el rencor y el resentimiento, y sus deseos de venganza. Vale la pena escucharlo, pues su forma de encarar las emociones negativas, modelo que logró permear a todo el pueblo sudafricano, fue una de las claves de uno de los procesos revolucionarios más exitosos del siglo XX.

Continuando con la exposición de los sesgos cognitivos que nos impiden pensar bien, encontrarás una artículo sobre la falacia narrativa, esa tendencia tan humana que nos induce a encontrar patrones, incluso donde no los hay.

Y terminamos con una curiosidad: el análisis que hace el premio Nóbel de Física Richard Feynman sobre ¿Qué nos preguntamos cuando nos preguntamos «por qué»? Feynman nos explica cómo detrás de una pregunta así de cotidiana yacen infinidad de misterios y potenciales descubrimientos.

¡Que disfrutes!

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AlgoPoco te invita a revisar nuevas páginas de contenido:

El fin de la era de la razón. El artículo te cuenta sobre el fin de una época, según nos cuenta Stefan Zweig en su obra «El mundo de ayer».

Feynman sobre la belleza, el arte y una flor. El artículo nos sorprende con la mirada de un premio nobel de física que nos cuenta sobre sus incursiones en el arte y reflexiona sobre la belleza de la ciencia.

Sobre debatir (y pensar). El artículo releva la importancia de pensar y debatir para avanzar en la senda del conocimiento. Se refiere también a los ingredientes necesarios para un buen debate.

El sesgo del superviviente. El artículo examina una distorsión cognitiva en la que normalmente caemos cuando evaluamos algunos problemas. ¡Vale la pena estar alerta!

Cómo funciona la innovación. El artículo relata las claves del proceso de mejora tecnológica, proceso de evolución creativa e incremental repleto de protagonistas anónimos. El gran genio, en la innovación, es un mito.

La cultura de la cancelación del debate. El artículo muestra una realidad preocupante de los tiempos actuales en la que la búsqueda de la verdad está siendo severamente limitada por una cultura que no tiene como eje la búsqueda del conocimiento de verdad.

¡Que disfrutes!

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Stefan Zweig – El mundo de ayer

Nadie creía en las guerras, las revoluciones ni las subversiones. Todo lo radical y violento parecía imposible en aquella era de la razón.

No fue la era de la pasión, sino la época del orden, con transiciones serenas, sin odio. Fue la era de la confianza, una conmovedora confianza en una estabilidad que si no estaba asegurada, por lo menos era asegurable. Una época cruzada por la convicción de que, con la suficiente precaución mediada por el uso razonable de los recursos, sería posible prevenir cualquier irrupción del destino. Esa conmovedora confianza escondía, sin embargo, una gran y peligrosa arrogancia.    

Esa fe ingenua en la razón, de la que esperábamos que evitaría la locura en el último momento, fue a la vez nuestra única culpa (…) Nuestro idealismo colectivo, nuestro optimismo condicionado por el progreso nos llevó a ignorar y despreciar el peligro.

Estas palabras, cuya vigencia aterra, no fueron escritas ayer ni se refieren a épocas recientes. La era de la razón a la que se refiere Stefan Zweig en su obra póstuma El mundo de ayer es la época de pre guerra en Europa. Zweig describe una Europa ingenua, ciega ante los movimientos subterráneos que la conducirían hacia las dos guerras mundiales que marcaron el siglo XX.

Nos resulta fácil reírnos de la ilusión optimista de aquella generación, cegada por el idealismo, para la cual el progreso técnico debía ir seguido necesariamente de un progreso moral igual de veloz…,

…relata en sus memorias, el autor, que se plantea como testigo de una hecatombe moral sin precedentes.

Me he visto obligado a ser testigo indefenso e impotente de la inconcebible caída de la humanidad en una barbarie como no se había visto en tiempos y que esgrimía su dogma deliberado y programático de la anti humanidad.

Este “enfervorizado triunfo de la brutalidad”, que marca la destrucción de la era previa, sin vuelta atrás (se han destruido todos los puentes entre nuestro Hoy, nuestro Ayer y nuestro Anteayer…) impulsa al autor a plasmar su recuerdo de la era perdida en una última obra.

El mundo de ayer registra una profunda añoranza de tiempos pasados que no retornarán (… del antes no ha quedado nada ni nada ha vuelto…). Tiempos que se parecen escalofriantemente a las décadas que precedieron la pandemia de 2020 y 2021. El fin de la era de la razón solo significó pérdidas para la generación de Zweig, que debió despojarse de todo, excepto quizá de un precioso legado que le dejó su padre: el de la libertad interior.

Es posible que el dolor de la pérdida de todo aquello que retrata en estas memorias póstumas, determinan la decisión del autor de suicidarse, junto a su mujer, un día después de depositar el manuscrito en el correo. Era febrero de 1942.

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