En la escuela y en la vida en general nos enseñan sobre el encanto de estar en lo correcto. Sin embargo, si buscamos avanzar por el camino de la verdad y el conocimiento del mundo, debemos partir por apreciar la belleza y el encanto de descubrir nuestros errores, el encanto de estar equivocados. Cuando avanzamos por ese camino, entramos en el terreno de lo desconocido y revisamos continuamente lo que creemos entender. Lo hacemos porque sabemos que cuando estamos convencidos de cosas que están equivocadas, es imposible progresar.
Daniel Kahneman disfruta con estar equivocado
«A nadie le gusta estar equivocado», dijo Daniel Kahneman a Adam Grant, quien relató su conversación durante una entrevista, «pero disfruto haberme equivocado, porque significa que ahora estoy menos equivocado que antes». Adam Grant dedica su libro Piénsalo otra vez a hablar sobre la importancia del arte de re-pensar y revisar nuestras concepciones, modificándolas cuando parece necesario. Y allí cita varios de sus encuentros con el Nóbel de Economía. En uno de ellos relata cómo Kahneman se le acerca, sorprendido por los resultados de un estudio que Grant acababa de presentar en una conferencia.
Cuando lees un estudio que te sorprende, ¿cómo reaccionas? Muchas personas se ponen a la defensiva y se empeñan en buscar defectos al diseño del estudio o al análisis estadístico. Danny hizo todo lo contrario. Sus ojos se iluminaron y una enorme sonrisa apareció en su rostro. Me dijo: «Es maravilloso. Estaba equivocado».
Más tarde quedé para comer con Danny [Kahneman] y aproveché para preguntarle por su reacción. A mí me parecía que todo aquello tenía mucho que ver con el placer de equivocarse; sus ojos centelleaban como si se estuviera divirtiendo. Dijo que en sus ochenta y cinco años de vida, nadie había señalado antes este detalle; pero que sí, que disfruta de verdad cuando descubre que está equivocado, porque eso significa que ahora está menos equivocado que antes.
Adam Grant, Piénsalo otra vez.
En una entrevista más adelante, Adam Grant vuelve a hablar sobre su conversación con Kahneman. Al preguntarle por qué le gustaba tanto descubrir que estaba equivocado, el premio Nóbel dijo:
Descubrir que estaba equivocado es la única forma en que me aseguro de haber aprendido algo. De lo contrario, solo estoy dando vueltas y viviendo en un mundo dominado por el sesgo de confirmación o el sesgo de deseabilidad. Y solo estoy afirmando las cosas que ya creo que sé.
Daniel Kahneman en conversación reportada por Adam Grant. Traducción de AlgoPoco.
Nos cuenta Grant que Kahneman le explicó que el goce frente al hallazgo del error, su encanto de estar equivocado, lo lograba gracias al desapego. Según Kahneman, las buenas ideas están en todas partes, por lo que su apego a alguna idea en particular es solo provisoria. Entonces, no se “enamora” de las ideas, y estas no se transforman en parte de su identidad.
Esa capacidad de desapego, de separar ideas con identidad, es muy importante. Cada una de nuestras ideas es solo una hipótesis, a veces precisa, pero generalmente equivocada o parcial. El reconocimiento de aquello está en la base de lo que significa, simplemente, ser un buen pensador.
Humildad intelectual versus arrogancia epistémica
La voluntad de aceptar y admitir que podemos estar equivocados se denomina humildad intelectual, y es una actitud fundamental que debe tener quien espera avanzar por el camino de la verdad y el conocimiento del mundo. Quien es humilde intelectualmente, sospechará siempre de su conocimiento.
El concepto opuesto al de humildad intelectual es el de arrogancia epistémica. El arrogante epistémico es quien percibe su propio conocimiento como superior a lo que realmente es. Quienes piensan que saben más que lo que realmente saben, están en la antítesis de la humildad intelectual. Sobre la arrogancia epistémica se ha escrito bastante en la academia. Si quieres ir más hondo, puedes leer este artículo de blog y este ensayo académico (ambos en inglés) o, si buscas un lenguaje más amigable, puedes acudir a la obra de Nassim Taleb. Taleb, con su estilo fresco y directo, contrapone al intelectual humilde con el arrogante epistémico en pocas líneas. A continuación nos explica quién es el intelectual humilde:
Pensemos en alguien que sea muy introspectivo y al que le torture la conciencia de su propia ignorancia. Carece del coraje del idiota, pero tiene las raras agallas para decir: «No lo sé». No le importa parecer loco ni, peor aún, ignorante. Duda, no se compromete, y le preocupan las consecuencias de estar equivocado. Introspecciona, introspecciona e introspecciona, hasta llegar al agotamiento físico y nervioso. Esto no significa necesariamente que no tenga confianza, sólo que piensa que sus conocimientos son sospechosos.
Nassim Nicholas Taleb. El cisne negro
Para referirse luego a la arrogancia epistémica:
… somos ostensiblemente arrogantes en lo que creemos que sabemos. Desde luego sabemos muchas cosas, pero tenemos una tendencia innata a pensar que sabemos un poco más de lo que realmente sabemos, lo bastante de ese poco más para que de vez en cuando nos encontremos con problemas. Veremos cómo podemos verificar, y hasta medir, esa arrogancia en nuestra propia sala de estar. Nassim Nicholas Taleb. El cisne negro
Nassim Nicholas Taleb. El cisne negro
Taleb continúa escribiendo sobre los peligros de la arrogancia epistémica. El arrogante subestima lo que no sabe, y por ende actúa como si viviese en un mundo menos incierto de lo que este mundo es en realidad. Esta infravaloración de la incertidumbre o sobreconfianza en nuestras percepciones simplifica nuestro proceso de toma de decisión, pero aumenta nuestros errores.
La arrogancia epistémica produce un efecto doble: sobreestimamos lo que sabemos e infravaloramos la incertidumbre, comprimiendo así la variedad de posibles estados inciertos (es decir, reduciendo el espacio de lo desconocido). Las aplicaciones de esta distorsión se extienden más allá de la simple búsqueda del conocimiento: basta con que nos fijemos en la vida de quienes nos rodean. De hecho, lo más probable es que ello afecte a cualquier decisión referente al futuro. El género humano padece de una infravaloración crónica de la posibilidad de que el futuro se salga del camino inicialmente previsto (además de otros sesgos que a veces producen un efecto acrecentador).
Nassim Nicholas Taleb. El cisne negro
Kathryn Schultz, la equivocadologista
Kahneman y Taleb no son los únicos que insisten en la importancia de conocer nuestra falibilidad. Y no solo conocerla, sino aferrarnos a ella y aprender con ella. Descubrir el encanto de estar equivocados. Kathryn Schultz, autora de En defensa del error: Un ensayo sobre el arte de equivocarse nos plantea de manera convincente esta posibilidad en la charla TED que les dejamos a continuación.
Si quieres leer más sobre humildad intelectual, te recomendamos nuestro artículo La humildad confiada como alternativa a la confianza ciega en uno mismo, que discute, entre otras cosas, el efecto Dunning-Kruger. Si quieres ir más allá de lo evidente a simple vista, te recomendamos nuestro artículo Más allá de lo obvio, un aporte en la tarea de complejizar los análisis que realizamos día a día.