Nelson Mandela, uno de los políticos más respetables del siglo XX y gestor del fin del Apartheid, nunca buscó la venganza ni dejó que lo moviera el resentimiento o el rencor. Esta fue la clave del éxito de su empresa revolucionaria, gestada probablemente durante las horas de reflexión que tuvo en la prisión de Robben Island. Mandela estuvo 27 años en prisión, 18 de los cuales los pasó en ese lugar. Durante sus periodos de reflexión, llegó al convencimiento de que la única manera sensata de resolver el conflicto sudafricano era por la vía de la negociación pacífica con sus opresores. Mandela descubre que un enfoque iracundo y resentido simplemente es inapropiado en un líder, porque su papel es lograr que se hagan las cosas y un enfoque generoso y cooperativo es el que funciona.
La estrategia que desarrolló el prisionero 466/64 en su periodo de confinamiento, entonces, fue una estrategia encaminada a persuadir a la comunidad blanca del país, ese grupo minoritario que explotaba y discriminaba sin piedad a la mayoría negra, que él no buscaba el caos y las represalias. Su principal objetivo fue convencer a los mismos que lo habían encarcelado, que su meta era iniciar una era de armonía y cooperación entre los surafricanos de las diversas razas y culturas.
Su capacidad de avanzar de la mano del gobierno blanco, comprendiendo que allí donde muchos veían solo al opresor, también había humanidad, hizo que un país completo se uniera en torno a una visión de futuro compartido.
Robben Island
Cuando Mandela llegó a Robben Island como el penado 466/64, la idea de que el apartheid sólo cesaría mediante la fuerza, jamás a través del diálogo y la persuasión, estaba firmemente arraigada en la mayoría africana
Mario Vargas Llosa – El lenguaje de la pasión. Ensayo “La Isla de Mandela”
La estadía de Mandela en Robben Island no fue agradable. Ocupaba la celda número cinco, de dos metros por dos metros treinta, celda que, según Mario Vargas Llosa,
… parece un nicho, el cubil de una fiera, antes que un aposento humano. Las gruesas paredes de cemento aseguran que sea un horno en verano y una heladera en invierno. Por la única ventanita enrejada se divisa un patio cercado por una muralla en la que, en los tiempos de Mandela, se paseaban guardias armados.
Mario Vargas Llosa- El lenguaje de la pasión. Ensayo “La Isla de Mandela”
El sistema carcelario sudafricano del Apartheid aplicaba un régimen diferente de alimento, vestido, trabajo y castigos para el penado según el color de su piel. El régimen para los negros, por supuesto, era el más desfavorable de todos.
Pero Mandela, como pocos, fue capaz de transformar ese legítimo enojo hacia sus carceleros – y el mundo blanco en general – en motor y motivo para su gesta política. Ese domino suyo sobre la ira y el rencor, rasgos distintivos de su liderazgo, es un elemento que vale la pena indagar en mayor profundidad.
Mandela logró sortear la trampa del resentimiento y el rencor apoyado de un disciplinado trabajo de meditación y del poema Invictus de William Arthur Henley. También, al parecer, los prisioneros de Robben Island habían logrado contrabandear una copia de la Meditaciones de Marco Aurelio, emperador y filósofo estoico que orienta sobre los esfuerzos que se debe hacer para vencer la ira y los deseos de venganza.
Durante su estadía en la cárcel, Mandela practicó la cooperación formando amistades con sus carceleros. Estaba convencido que, aunque la generosidad y la amabilidad no estaban justificadas por hechos pasados, eran necesarios y fundamentales para el progreso futuro. En efecto, Vargas Llosa nos resume,
… uno de los más prodigiosos y esperanzadores acontecimientos históricos de este fin de siglo se gestó allí, en un calabozo inhumano, gracias a la inteligencia y a la grandeza de espíritu del más respetable político vivo de nuestro tiempo
Mario Vargas Llosa – El lenguaje de la pasión. Ensayo “La Isla de Mandela” (enero 1998, cuando Mandela aun vivía)
El rencor y la venganza
Martha Nussbaum, en La ira y el perdón, magnífico ensayo sobre la filosofía de la ira, el rencor y el resentimiento, explica lo que posiblemente descubrió Mandela en las largas horas de conversaciones consigo mismo en su celda.
La filósofa nos planea que la mayoría de las personas cuando sienten ira y rencor, esperan que el agresor, su victimario, el causante del enojo, sufra. Sin embargo, nos enfrentamos a un rompecabezas fundamental, porque la venganza no tiene sentido. Cualquiera que sea el acto ilícito (un asesinato, una violación, una traición), infligir dolor al malhechor no ayuda a restaurar lo que se perdió.
La venganza es una tendencia humana profunda, supone que la proporcionalidad del castigo y la ofensa de alguna manera mejorará la ofensa. Pero no es así. El «ojo por ojo, diente por diente», argumenta Nussbaum, generalmente no es una manera racional de encausar la ira. No lo es, con una sola excepción: cuando la herida que se busca resarcir es la herida del status.
La lucha por el estatus no es una lucha digna, y Mandela lo sabía
Cuando nuestra herida es una herida de status, al castigar a alguien, al vengarnos, lograremos quizá que esa persona descienda de rango. En este caso la venganza, por la vía de humillar al ofensor, es efectiva, ya que invierte las posiciones de poder.
Pero ni Nussbaum ni Mandela consideran que la lucha por el status sea una lucha digna, ya que no busca resolver los verdaderos problemas de bienestar creados por el acto ilícito. Mandela a lo largo de su vida deja meridianamente claro que su lucha no tiene nada que ver con el status. Dejar aquello claro le preocupa de sobremanera y es un tema recurrente en su historia.
Nussbaum, en La ira y el perdón, documenta cuánto insiste nuestro héroe en que la obsesión con el estatus es indigna y cómo se rehúsa a seguir ese camino. Mandela jamás protestó porque una actividad estuviera “por debajo” de él, todo lo contrario. Tampoco se vio a sí mismo, jamás, por encima de las tareas serviles, ni usó el estatus para humillar. Y como su lucha no se relaciona con el status, la venganza no tiene sentido. No le servirá para resarcir el daño de sus 27 años de encierro y dolor, ni para alcanzar su sueño de una Sudáfrica libre. En su celda, descubre que la ira y la sed de venganza no son más que un estorbo para la consecución de sus objetivos revolucionarios.
Un camino alternativo elegido por Mandela: el enfoque de futuro
En sus reflexiones en Robben Island Mandela identifica una vía alternativa, la mejor de todas, anclada en un enfoque de futuro. Decide, entonces, que su objetivo es cambiar el sistema y liberar a su pueblo, no infligirles dolor o condiciones negativas a los otros.
¿Acaso dejó de sentir rencor?
La lucha contra la ira a menudo requiere un autoexamen solitario. Ya sea que la ira en cuestión sea personal, laboral o política, requiere un esfuerzo riguroso contra los propios hábitos y las fuerzas culturales predominantes
Martha Nussbaum, Beyond Anger (traducción propia)
Mandela soñaba con una nación exitosa, y sabía que una nación exitosa no es una nación dividida. No podía permitir, entonces, que se perpetuara la sospecha, el resentimiento y el deseo de venganza por las culpas de una historia de explotación, aun cuando estos horrores fueran terribles. Mandela entendió que la cooperación era fundamental. Zelda la Grange, en su libro “Good Morning, Mister Mandela” (Buenos días, señor Mandela) nos cuenta que al ser acusado de estar demasiado dispuesto a ver lo bueno en las personas, Mandela respondía: «Tu deber es trabajar con los seres humanos como seres humanos, no porque creas que son ángeles».
¿Quieres conocer la transcripción (traducida) del video en que Mandela se refiere, en entrevista con Bill Moyers, a su relación con el odio, rencor y resentimiento? Aquí encontrarás esa transcripción y también el original en inglés. ¿Quieres conocer el poema estoico Invictus, de William Arthur Henley, que Mandela mantuvo en una hoja de papel, durante su estadía en Robben Island? Aquí encontrarás el poema en su original en inglés y su traducción al español. También se incluyen dos vídeos en que podrás escuchar el poema recitado en cada idioma.