Un carnicero alimenta durante mil días a un pavo; cada día confirma a su plantilla de analistas que a los carniceros les encantan los pavos «con una confianza estadística creciente». El carnicero seguirá alimentando al pavo hasta unos días antes de Acción de Gracias. Y entonces llega el día en que ser un pavo no es muy buena idea. O sea que, tras verse sorprendido por el carnicero, el pavo se deberá replantear sus creencias justo cuando su confianza en la afirmación de que al carnicero le encantan los pavos es máxima y su vida de pavo, que «rebosa tranquilidad», parece totalmente previsible.
Nassim Taleb sobre el pavo inductivista en Antifrágil
El problema de este pavo es uno que fue descrito en 1739, por el filósofo David Hume, en su Tratado sobre la Naturaleza Humana, y luego en 1748 en su Investigación sobre el Conocimiento Humano. Se denomina el problema de la inducción o ¿cómo sabemos que el sol volverá a salir mañana? Pero el problema de la tesis inductiva es más antiguo que Hume. Cientos de filósofos han discutido, a lo largo de los siglos, las consecuencias de nuestra incapacidad de derivar conclusiones a partir de observaciones repetidas. Bertrand Russell es uno de ellos, y en sus Problemas de la Filosofía nos regala la analogía de la gallina, muy similar a la que populariza luego Taleb en sus obras El Cisne Negro y Antifrágil, solo que con un pequeño cambio en la especie del personaje principal.
Si te gustan los vídeos, a tu derecha encontrarás una animación que explica la analogía del pavo inductivista para la tesis inductiva. No olvides activar la traducción automática de subtítulos en Configuración /subtítulos /traducción automática
Nuestro pavo inductivista construye su conocimiento a través de la observación y concluye – en una tesis absolutamente inductiva- que el carnicero, su futuro ejecutor, es una gran persona. En el mundo, ese error se comenta todo el tiempo. ¿Cuántas veces hemos creído que lo no experimentado es algo de lo que estamos a salvo? Nos cuesta entender que estamos rodeados de incertidumbre y que todo puede pasar, incluso aquello de lo que no hay registros. Todo lo que es imponderable y de lo que no hay registro queda, por construcción, excluido de cualquier tesis inductiva. Como consecuencia, no tomamos precauciones, no nos preparamos para recibir esos imponderables que siempre nos visitarán, por lo menos alguna vez en la vida.
Quienes creen en los beneficios incondicionales de la experiencia pasada (muchos de nosotros, y el pavo) tendemos a creer en la tesis inductiva, es decir, que “de los mismos antecedentes se siguen las mismas consecuencias”. A ese grupo pertenecía E.J.Smith, capitán del Titanic, que en 1907 pronunció las siguientes palabras:
Cuando alguien me pregunta cómo puedo describir mejor mi experiencia en casi 40 años en el mar, simplemente digo: sin incidentes. […] en toda mi experiencia nunca he tenido un accidente de ningún tipo del que valga la pena hablar. Solo he visto un barco en peligro en todos mis años en el mar […] Nunca vi un naufragio y nunca me he hundido, ni me he encontrado en ninguna situación que amenazara con terminar en un desastre de cualquier tipo. Verá, no soy muy buen material para una historia.
El naufragio más famoso de la historia ocurrió la noche del 14 al 15 de abril de 1912. Ese día, perecieron 1496, incluido el capitán.
La tesis del pavo inductivista, invertida
Esta dificultad para visualizar la posibilidad de una catástrofe también ocurre en el sentido opuesto. Es muy común que nos mantengamos ciegos a las oportunidades porque “esos soñadores que se dedican a buscarlas” todavía no encuentran nada, o porque “nunca nadie lo ha hecho”.
Lo que confundimos en todas estas ocasiones es la ausencia de evidencia (ausencia de pruebas) con evidencia de que algo no existe. Ejemplo paradigmático de esto es el de los cisnes negros. Durante siglos los europeos observaron que las plumas de sus cisnes eran blancas y, utilizando la tesis inductiva, se imaginaron que los cisnes siempre tenían ese color, que un cisne negro era un imposible. Hasta que llegaron a Australia y se encontraron con el espécimen en cuestión. Su inducción los había llevado a creer en un error.
La falacia de "¿usted tiene pruebas?"
Las historias del pavo inductivista, del cisne negro y del capitán Smith, se relacionan con la falacia de “¿tiene usted pruebas?”, título acuñado por Nassim Taleb para los argumentos falaces que confunden la ausencia de pruebas de un daño con la prueba de que dicho prejuicio no existió. Cuando se trata de una enfermedad, nos induce a creer que a falta de evidencia confirmatoria, podemos descartar estar enfermos. Cuando se trata de un juicio penal, creemos que la absolución por falta de pruebas es equivalente a la inocencia.
La falacia de “¿usted tiene pruebas?” no es sino una versión del argumento falaz ad ignorantiam (a partir de la ignorancia). Este argumento consiste en defender una proposición argumentando que no hay evidencias de lo contrario. Concluimos que algo es verdad fundamentando de que no hay evidencia de que sea falso, o, a la inversa, concluimos que algo es falso argumentando que no existe evidencia de que sea verdad.
La ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia
Este error no lo cometen solamente quienes no han sido educados en la lógica. Se trata de una equivocación muy frecuente en grupos de nivel educativo elevado. Durante la pandemia de coronavirus, un evento muy inesperado para la mayoría de las personas, la Organización Mundial de la Salud cometió el equívoco en sucesivas ocasiones, con perjuicios que todavía no se han medido.
Se trata del mismo error que cuando confundimos la ausencia de pruebas con la prueba de la ausencia: un error que tiende a afectar especialmente a las personas inteligentes y de nivel educativo elevado, como si la educación hiciera que las personas tuvieran reacciones de índole más confirmatoria y fueran más susceptibles de incurrir en errores lógicos simples.
Nassim Taleb, Antifrágil
Partamos con el emblemático tweet del 14 de enero de 2020 donde indica que estudios en China establecen que no hay evidencia clara de que el COVID-19 se transmita entre humanos. El equívoco al que induce este mensaje (“por lo tanto, debo suponer que el COVID-19 no se transmitirá entre humanos – y actuar en consecuencia”) es inmediato. Ejemplo flagrante de la falacia de «¿usted tiene pruebas?».
Preliminary investigations conducted by the Chinese authorities have found no clear evidence of human-to-human transmission of the novel #coronavirus (2019-nCoV) identified in #Wuhan, #China🇨🇳. pic.twitter.com/Fnl5P877VG
— World Health Organization (WHO) (@WHO) January 14, 2020
Y podemos seguir con el lineamiento inicial que tuvo la misma institución respecto del uso de máscaras médicas, desincentivándolo en base a la ausencia de evidencia que confirmara su efectividad. La científica e historiadora de la ciencia Naomi Oreskes escribió, en noviembre 2020 para Scientific American que
La OMS lo expresó de esta manera: «Actualmente no hay evidencia de que el uso de una máscara (ya sea médica o de otro tipo) por parte de personas sanas en el entorno comunitario más amplio, incluido el enmascaramiento comunitario universal, pueda prevenir que se infecten con virus respiratorios, incluido el COVID.19.»
Este es un patrón común en la ciencia: combinar la ausencia de evidencia con evidencia de ausencia. Surge de la norma científica de asumir como hipótesis por defecto que no hay efecto, y colocar la carga de la prueba en aquellos que proponen una afirmación positiva. Por lo general, esto tiene sentido: no queremos revertir la ciencia establecida sobre la base de una afirmación o especulación. Pero cuando la salud y la seguridad públicas están en juego, este estándar se vuelve mojigato [remilgado, escrupuloso]. Si tenemos evidencia de que algo puede ayudar, y es poco probable que haga daño, hay pocas excusas para no recomendarlo.
Naomi Oreskes, Scientific American
Recomendaciones
Si no quieres ser como el pavo inductivista, ni demostrar la bochornosa (y peligrosa) ingenuidad de E.J. Smith, o la OMS, debes abrazar la incertidumbre, reconocerla y tomar tus decisiones considerando que ésta existe. De partida, piensa por ti misma/o y no te dejes engañar por argumentos falaces en torno a tesis inductivas solamente. Luego, utiliza las estrategias que han demostrado ser útiles para quienes han optado por reconocer que la vida trae sorpresas. Descubre el encanto de descubrir a tiempo cuando estás equivocado. En AlgoPoco estamos siempre desarrollando artículos en esa línea. Por ahora te recomendamos dar un vistazo a estos dos: