Thomas Mann, gigante de la literatura mundial, tuvo la oportunidad de escribir un breve prólogo a la novela de otro gigante: Hermann Hesse. Allí se refiere a los finales que son también comienzo, y nos recomienda “apoyar lo nuevo, sin renunciar a lo antiguo”. Porque lo antiguo encierra sabiduría, y lo nuevo renovación. “Los mejores servidores de lo nuevo”, nos recuerda el genio Mann, “son sin duda quienes conocen y aman lo antiguo, y lo traspasan a la dimensión de lo nuevo”.
A continuación te dejamos la transcripción completa del prólogo de Thomas Mann a Demian: historia de la juventud de Emil Sinclair, una de las obras más importantes de Hermann Hesse, publicada en 1919, justo después de la primera guerra mundial.
Prólogo de Thomas Mann a Demian
Constituye para mí una gran alegría poder prologar esta edición del “Demian” de Hermann Hesse, el vibrante poema en prosa de su edad madura, con una palabra de simpatía y una calurosa recomendación. Un volumen de pocas páginas, es verdad; pero los libros de escaso volumen son los que muchas veces desarrollan las dinámicas más intensas… pensemos en el “Werther” de Goethe, cuya repercusión en Alemania es ampliamente evocada por la del “Demian”.
El sentimiento de Hesse respecto a la validez supraindividual de su creación debió haber sido muy intenso: de ello da testimonio la intencionada ambigüedad del subtítulo: “Historia de una juventud”, que puede referirse tanto a un individuo como englobar a toda una generación de jóvenes. Prueba de ello es el hecho de que Hesse no quisiera publicar este relato bajo su verdadero nombre —ya conocido y muy difundido— sino que hizo imprimir en la portada el seudónimo “Sinclair” (nombre que proviene del círculo de Hölderlin) y ocultó cuidadosamente su paternidad por mucho tiempo. Yo le escribí entonces al editor, que también era el mío, preguntándole con insistencia acerca del llamativo del libro y de la identidad de “Sinclair”. El fiel anciano mintió, diciéndome que había recibido el manuscrito de suiza a través de un intermediario. Sin embargo, la verdad fue imponiéndose poco a poco, gracias en parte a la crítica estilística y en parte también a la indiscreción. Pero sólo la décima edición apareció bajo el nombre de Hesse.
Hacia el final del libro, en 1914, Demian le dice a su amigo Sinclair: “Habrá guerra…á guerra… esto es sólo un comienzo, Sinclair. Será quizás una gran guerra, una guerra monstruosa. Pero, aún así, tampoco será más que un comienzo. Lo nuevo se inicia, y habrá de ser terrible para aquellos que permanezcan ligados a lo antiguo. ¿Qué harías tú?” La respuesta correcta sería: “Apoyar lo nuevo, sin renunciar a lo antiguo”. Los mejores servidores de lo nuevo —entre los que Hesse es un ejemplo— son sin duda quienes conocen y aman lo antiguo, y lo traspasan a la dimensión de lo nuevo.
Thomas Mann.